No siempre es fácil

Descubrir que "los planes de Dios son mejores que los nuestros y sus tiempos perfectos" no siempre es fácil. 

No es fácil porque duele. 

Duele que de pronto se destruya todo aquello que con valentía construiste.
Duele que las ideas que con tanto esfuerzo planeaste se vengan abajo. 
Duele que tus sueños ideales de pronto se transformen en ilusiones. 

No es fácil porque lleva tiempo. 

Lleva tiempo entender que tu tiempo es completamente diferente al tiempo de Dios. Lleva tiempo observar en el plano general que aquello que hoy entregas será recompensado mañana. 

Lleva tiempo procesar que el sentimiento que hoy sufres será recompensado con creces. 

No es fácil porque hay que entregar todo. 

Entregas lo que más amas tener. 
Entregas lo que más amas hacer. 
Entregas aquello que suponías ser. 

Pero mientras avanzas en medio de las dificultades, el dolor, el tiempo y la entrega... 

Te das cuenta que aquello que tú construiste no era tan bueno cómo aquel plan que Dios está diseñando para ti. 
Te das cuenta que el tiempo en el que transcurre el proceso, Dios te ayuda a madurar y valorar los detalles. 
Te das cuenta que lo que eras, tenías o hacías es "nada" comparado con aquello que Dios quiere para ti. 

No es fácil entender que "los planes de Dios son mejores que los nuestros".

Es fácil decirlo, pero necesitas vivirlo. 
Es fácil observarlo en otros, pero necesitas experimentarlo. 
Es fácil escribirlo pero necesitas encarnarlo. 

Aquello que hoy estamos viviendo es difícil... 

Pero hemos comenzado a entender como familia que "los tiempos de Dios son perfectos" y que, indudablemente, "los planes que Él diseñó para nosotros son mejores que los nuestros".
No siempre es fácil pero vale la pena. 

Entrégale a Dios tus planes. 
Entrégale a Él todo aquello que tienes. 
Entrégale al Señor lo que dices que eres. 
Entrégale tus tiempos y anhelos. 

Hoy puedo decir con confianza:
Los tiempos de Dios son perfectos y sus planes mejores que los nuestros.